Cada vez van quedando menos banderas en la tienda que está al lado de mi casa. Hoy en mi oficina he visto muchas caras largas y nada de ganas de celebrar algo. Esta mañana cuando he subido al bus he encontrado un asiento libre y me he sentado porque no hay nadie, como se ve que mucha gente ya se ha ido. Hoy después de tres semanas no he visto un partido de fútbol y ni he gritado gol.
(Ayer el Fan Fest de Frankfurt se llenó y la mayoría eran españoles con banderas amarillas y rojas, con toros en el medio, con vestidos de bailarinas flamencas, con rosas en el pelo, con banderines, camisetas, con la ñ, con el Quijote y Sancho, con un jamón, con mucho vino en las botellas y cerveza en los vasos. Se jugaban algo más. Algo más que un partido o un pase a cuartos. Estaban jugando contra el vecino. Hubiesen preferido Corea pero en un mundial te toca cualquiera porque no hay sorteo, cada uno baila con su pañuelo y esta vez a la Furia le tocó un pañuelo de azul, blanco y rojo.
Hasta a mí me pintaron la cara mis colegas españoles, hicimos fotos, cantamos todos el famoso A por ellos, oeee, a por ellos, oeee. Guardamos asientos para los que llegaban después y una hora antes del partido éramos más de quinientos en las gradas. La gente no hacía tanto ruido como en el partido contra Túnez donde todo era risa, gritos y saltos. La gente esta vez era más prudente y se sentía el ambiente muy tenso. No llovió como había anunciado la tele y los franceses, pocos ellos, sin hacer mucho ruido también iban llegando.
Al escuchar su himno los españoles como que se pierden y no saben qué cantar. Algunos hacen el lololo, otros cantan cosas que se han inventado y otros se ríen. Los franceses, más serios, cantan la marsellesa y agitan sus pequeñas banderas a pesar de los silbidos de los contrarios. Se les nota más calmados, no los veo con miedo a pesar de lo que dicen todos los periódicos de la península, esos que dicen que hoy España retira a Zidane. Esos que en cada gol gritan que su selección es campeona del mundo y que ya está todo listo para ir a Berlín; pero para ir a Berlín no basta solo con decirlo, también hay que jugar y ganar y en eso empieza el partido.
Para ganar en el fútbol no basta tener el balón, eso lo sabe la gente que lleva mucho tiempo en el fútbol, no los jóvenes que van a todos lados desgastando lo que les sobra: el físico. Francia tiene a esos muchos que saben y maneja los tiempos. España se adelanta en el marcador y todos saltamos, a algunos de la emoción se les cae la cerveza, la gente se abraza, yo también me siento cómplice del abrazo y abrazo pero el equipo rojo no me convence del todo. Francia bien parada empata a una España con mucho balón pero con pocas ideas. Y luego Zidane.
Zidane es uno de los pocos jugadores que no piensa mucho pa tocarla. Que cuando hay que pararla la para. Cuando hay que reventarla la revienta. Cuando hay que meter la pierna fuerte la mete. También es el que cuando hay un partido importante para su equipo aparece, por más que no haga muecas, que no gesticule; por más que parezca que no vive el partido, que no está allí, que está pensando en otra cosa o que quiere irse de una vez. Zidane es solo él y ayer volvió a aparecer para ser el de siempre, aunque está vez con un añadido especial: callar muchas bocas. Francia fue el último equipo en pasar la barrera y ya no queda casi nada.)
Hoy camino por las calles y han quedado camisetas de muy pocos colores. Las bocinas de los coches ya no retumban mis oídos cada tres metros. He trabajado mis ocho horas completas y he podido leer mi correo electrónico. Hoy he bebido solo agua y en las calles la gente ya no lleva la cara pintada ni pitos en la boca. Las más de cincuenta mil personas que vi vestidas de naranja no me parecen tan reales, así como tampoco el haber visto a uno de mis pocos ídolos de fútbol cuando era niño, ¿realmente estuvo Marco van Basten a un paso de mí y me saludó? Esto es un mundial es su fase final.
Por Carlos Rojas
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Alemania 2006